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Alba Pérez Padilla. De la poesía visual a la fotografía artística

Alba Pérez Padilla, fotógrafa con formación en Filología hispánica, ha hecho de la fotografía su medio principal de expresión artística. Hablamos con ella para saber más de sus raíces literarias y su amor por la poesía, y de cómo la fotografía emergió de manera inesperada en su vida. Exploramos su proceso creativo, sus influencias artísticas y cómo consigue crear un espacio íntimo y poético que refleja su visión única del mundo a través de sus imágenes.

Tu formación académica como filóloga no parece estar muy cercana al mundo de la imagen, ¿cómo llegaste a la fotografía y cuándo decidiste que ese iba a ser tu modo principal de expresión artística?
Desde niña, siempre he sentido la curiosidad de explorar diferentes vías de comunicación artística y expresarme a través de ellas. Elegí estudiar Filología hispánica por mi amor hacia la literatura y, en especial, la poesía, que ha sido la raíz y matriz en dar voz a mi mundo interior desde mi adolescencia. Sin embargo, las artes visuales siempre han venido conmigo, ya que me apasionaban la pintura y el cine. Además, mi padre era un gran aficionado a la fotografía y hacía unos retratos preciosos. De pequeña, lo veía mucho con una cámara de fotos, e incluso de vídeo, pero yo todavía no había puesto el foco en esa herramienta creativa. La fotografía llegó para mí mucho más tarde, fue una preciosa serendipia que vino sin buscarla. Empecé a hacer retratos por pura curiosidad —cuando no sabía absolutamente nada de técnica fotográfica—, y ahora se ha convertido totalmente en una necesidad para expresar y comunicarme, de dar luz a mi mirada. Fue en el año 2017 cuando llegó para quedarse y ser mi faro.

Viendo tu trabajo podría decirse que eres mucho más que una fotógrafa, algo así como una especie de artista visual que ha sido capaz de crear su propio mundo. ¿Qué encontraremos en el mismo?
La verdad es que me resulta precioso y me emociona que lo que hago se reconozca y se perciba con un estilo propio, se identifique con mi mirada, mi visión del mundo, y que eso pueda reconocerse tanto en alguno de mis retratos como en el resto de mis fotografías. Me parece algo increíble y muy potente porque eso quiere decir que en esas imágenes se manifiesta algo más que una estética, hay además una voz que expresa y comunica a través de ellas, es ese “yo poético” que convive con mis fotografías para crear ese mundo. Me gusta poner el foco en la belleza de lo invisible, lo onírico, el intimismo, el tránsito de una emoción, el silencio, la quietud… Suelen decirme que mis fotografías transmiten calma y serenidad. Quizá sea porque de manera inconsciente voy buscando ese espacio donde todo se detiene para colmarnos de una belleza misteriosa, serena. Es ese instante el que quiero congelar para quedarme ahí un momento e invitar también a todos los ojos que lo contemplen a través de mi fotografía.

¿Tienes fotógrafos o artistas de otras disciplinas que te hayan inspirado o marcado en tu estilo y desarrollo artístico?
Realmente los referentes de otras disciplinas diferentes a la fotografía son los que han iniciado mi imaginario, de hecho, cuando empecé con la fotografía apenas tenía grandes referentes fotográficos. Yo había consumido mucha pintura. El Renacimiento, el Barroco, la pintura prerrafaelita y el Impresionismo fueron las corrientes que más me influyeron. También el mundo de la ilustración ha estado muy presente, me han inspirado ilustradores contemporáneos como Benjamin Lacombe, Nicoletta Ceccoli o la española, Lady Desidia. Otro medio importante para mí ha sido el cine, ya que esta disciplina combina muchos medios de expresión, como son la fotografía, la música y la narrativa. Toda esa mezcla para mí crea mucho impacto en mi memoria visual y emocional. En cuanto a referentes fotográficos, en mis inicios me inspiraba mucho Julia Margaret Cameron y su atmósfera, entre pictórica y onírica. Más adelante, cuando empecé a poner el foco en este campo, empecé admirar a fotógrafas contemporáneas como la gran Annie Leibovitz o Marta Bevacqua. La combinación de todas estas disciplinas artísticas es la que ha ido construyendo mi imaginario, mi memoria visual y, por tanto, mi estilo fotográfico.

¿Cómo es tu proceso de trabajo con los modelos? ¿Es un trabajo en común o diriges en todo momento gestos, miradas y poses, buscando una imagen preconcebida en tu mente?
Cuando se trata de un proyecto personal, yo suelo partir de una idea preconcebida antes de cada sesión y tiendo a dirigir todo el proceso; por supuesto, siempre hablado y consensuado con los modelos. Suelo decidir tanto la localización y el estilismo, como las poses y expresiones de las personas que voy a fotografiar. Normalmente, tanto si el proyecto parte de mí como si es para el cliente, suelen preferir que sea yo la que dirija, ya que depositan su confianza en mi trabajo, y me siento muy afortunada por ello. Sin embargo, siempre estoy abierta a la improvisación y cualquier sugerencia por parte de la otra persona; de hecho, pienso que es bueno y necesario porque a veces salen cosas muy mágicas de ahí. Cuando fotografío, siento como si se parase el tiempo y se creara un lazo invisible entre quien está delante de mí y de mi cámara. En ese espacio de tiempo se crea un hermoso vínculo y es muy mágico descubrir en cada resultado un pedacito de mí.

¿Qué buscas transmitir con tus fotografías en términos de emoción, misterio o belleza?
Percibo mi mirada con un tono intimista y poético, y me siento muy cómoda e identificada con el retrato. Aunque mi foco principal son las personas, también me encanta inmortalizarla magia de la naturaleza, su luz y su misterio, y perderme en sus infinitos detalles. Voy buscando el intimismo, el misterio y la belleza en todo lo que fotografío. Con los retratos, quiero captar con mucha delicadeza el rostro, la mirada y los detalles; por ejemplo, de unas manos, el cuello, el cabello… Es aquí donde a veces se desdibujan los límites entre la fotografía y la pintura. Me gusta crear imágenes atemporales con un halo de nostalgia que dialoga con el pasado, presente y futuro.

¿Preparas las escenas de tus fotografías de manera meticulosa o prefieres un enfoque más intuitivo y espontáneo a la hora de realizar una sesión?
Me gusta preparar meticulosamente mi trabajo tanto si el proyecto sale de mí como si es para un trabajo contratado. Digamos que me gusta mimar los detalles, pero nunca desde un planteamiento rígido o hermético. Prefiero que el trabajo se vaya desarrollando de manera libre, en base a una idea ya preconcebida, pero siempre abierta, donde además la intuición cobra un papel muy importante. Una vez planificada la sesión de fotos, cuando se desarrolla, siempre surgen nuevas posibilidades que parten de la improvisación, del aquí y ahora. Considero que la planificación y la espontaneidad pueden ser muy buenas amigas cuando hablamos de creatividad. En mi caso, no concibo la una sin la otra.

¿Aspiras a dedicarte profesionalmente a la fotografía? ¿Sería quizás un impedimento a la hora de desarrollar tu creatividad por tener que ceñirse a unas condiciones previas?
Poco a poco, estoy dedicándome profesionalmente, sí. La fotografía llegó como una necesidad de expresión y comunicación, pero ha ido haciéndose un hueco cada vez más grande, tanto que ahora se ha convertido en mi centro, y mi idea es dedicarme profesionalmente a ella a tiempo completo. Por ahora, no tengo miedo de que algunos trabajos más comerciales puedan privarme de creatividad. Hasta el momento, he tenido la suerte de que todo lo que me va llegando es porque me piden precisamente mi estilo; por supuesto, atendiendo y cumpliendo con las necesidades del cliente. Sé que no es un camino fácil, pero creo que, teniendo un estilo propio, es posible encontrar clientes que te elijan precisamente por esa identidad y estilo que te definen, y de ahí se crea una sinergia preciosa que da lugar a un resultado muy satisfactorio.

Facebook: @alba.perez.311
Instagram: @artesinedie

Texto: David Tijero • Fotos: Alba Pérez Padilla
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